La osteoporosis afecta en España a 3 millones de personas, convirtiéndose en una enfermedad ósea de alta incidencia mayoritariamente femenina: 2,5 millones de los pacientes son mujeres. Todas ellas sufren como consecuencias una pérdida de masa ósea y de resistencia, con alto riesgo de fracturas, sobre todo a nivel de cuello femoral y columna vertebral. Los expertos apuntan que hay cuatro veces más muertes por estas fracturas que por el cáncer de mama, de ahí la urgencia de investigar para remediar estos efectos fatales.
Desde el Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A) de la Universidad de Zaragoza, el grupo de investigación Biomateriales, reconocido como consolidado por el Departamento de Ciencia, Tecnología y Universidad del Gobierno de Aragón y dirigido por José Antonio Puértolas, Catedrático de Ciencia y Tecnología de Materiales, trabaja en el desarrollo de modelos predictivos de fracturas osteoporóticas, que permitan evaluar el riesgo de fractura en diferentes condiciones y plazos, de cara a poder recomendar el tratamiento más adecuado a cada paciente y retrasar el deterioro óseo.
Esta es la tarea en la que se centra el responsable del área de Simulación, desarrollo de modelos numéricos y ensayos mecánicos de este equipo, Luis Gracia Villa, Catedrático de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras. Junto con otras siete personas, Gracia centra sus esfuerzos en el desarrollo de modelos predictivos de fracturas osteoporóticas, para “predecir, evaluar el riesgo que tiene una persona de sufrir una fractura de columna o de cadera, que son las zonas óseas más afectadas por la osteoporosis. El médico podrá aplicar un tratamiento preventivo personalizado para cada tipo de paciente, contribuyendo a la conservación del hueso, retrasando ese deterioro”, explica este científico del I3A, que apunta que este avance se podría aplicar en un futuro próximo en el Hospital Miguel Servet, en el área de Traumatología y Cirugía Ortopédica, cuyo jefe de servicio es el profesor Antonio Herrera, que cuenta con un equipo de 60 personas, compuesto por cirujanos, traumatólogos y residentes.
El desarrollo de estos modelos predictivos permitirá frenar esta tendencia de fracturas óseas que ocasionan un alto índice de mortalidad, al venir acompañadas de caídas. Una realidad a la que están expuestas principalmente las mujeres, con un perfil delimitado por la edad, que se inicia ya a los “25 o 30 años, cuando el hueso ha alcanzado la madurez y a partir de allí, disminuye la densidad ósea, provocando una pérdida de resistencia en el hueso”, apunta este catedrático de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras de la Universidad de Zaragoza, que cita el tabaco y el consumo de alcohol como factores agravantes de la osteoporosis.
Esa disminución ósea es una realidad para el 35 y 52% de las españolas mayores de 50 años y de 70 años, respectivamente y, según apunta este científico, cuando alcanzan los 50 años tiene un riesgo del 40% de sufrir una fractura, asociada a la osteoporosis Con el desarrollo de modelos predictivos de la evolución ósea se pretende frenar esta evolución de la pérdida en la cantidad de minerales de los huesos, que ocasionan su debilitamiento y rotura, facilitando así los accidentes y caídas.
El grupo de trabajo dirigido por Luis Gracia, compuesto por ocho personas, se centra en varias líneas de investigación fundamentales: Diseño de stents; Diseño de prótesis para codo, rodilla o cadera; Análisis de la columna lumbar en condiciones fisiológicas naturales, con degeneración discal y tras la implantación de fijaciones y también se ocupan de estudios comparativos de los distintos tipos de fijación.
Esta es una de las tres áreas de trabajo que componen el Grupo de Biomateriales, compuesto por un total de 35 investigadores, dirigidos por José Antonio Puértolas, y perteneciente al Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A) de la Universidad de Zaragoza. En él, trabajan conjuntamente ingenieros y varios cirujanos ortopédicos y traumatólogos del Hospital Miguel Servet, para avanzar y dar soluciones ahí donde los huesos y órganos ya no cumplen correctamente sus funciones.
Artículo de Rosa Castro, publicado en Aragón Investiga