El alzheimer es una patología neurodegenerativa que en España padecen 700.000 personas y la cifra se incrementa cada año con casos nuevos, a la par que hay fallecimientos, consecuencia de esa muerte de las neuronas y atrofiacición cerebral. Lo que comienza con una simple pérdida de memoria, acaba con un profundo deterioro cognitivo, que origina trastornos de conducta y si no se diagnostica a tiempo, disminuye la esperanza de vida, que se sitúa en unos 10 años de vida tras el diagnóstico.
Pero a la par, la investigación avanza contra reloj y trata de ganarle el pulso al alzheimer. Con esa esperanza, trabaja el científico Manuel Sarasa, catedrático de la Universidad de Zaragoza y director científico de Araclon Biotech, empresa que desde hace siete años ha logrado grandes avances. Tanto es así, que ha desarrollado una vacuna que actualmente está en la fase clínica de ensayos con humanos, para comprobar que no es tóxica. “Si todo va bien estará en el mercado en el 2017, pudiendo coexistir con otras vacunas”, asegura Sarasa.
La Fundación Alzheimer de España apunta que no hay avances significativos en el tratamiento de esta enfermedad neurodegenerativa y que no se espera nada relevante hasta al menos el año 2020.
No estoy de acuerdo con esta visión negativa. Hay mucha gente investigando, se está invertiendo mucho dinero y las cosas no se están haciendo todo lo bien que se podrían hacer, pero hay gente que sí lo está haciendo. La negatividad es porque hay muchos ensayos clínicos que se caen, porque no se han hecho bien. Pero claro que hay esperanza. Nos estamos acercando a lo que va a ser el diagnóstico lo más temprano posible e incluso una predicción.En ello estamos trabajando, en ayudar al diagnóstico precoz y luego hacer una terapia. Hay un ejemplo duro, no se puede dar una pastilla a quien esté ya muerto. La cuestión es dar a la persona la medicación lo antes posible, para que ni siquiera muera, estando lo más viva posible o cercana a la salud.
En el alzheimer lo que ocurre es generalmente cuando se diagnostica es demasiado tarde, por eso hoy no tiene cura. Pero sí hay respuestas terapéuticas que pintan muy bien. Hasta el año 2020 puede ser que no haya un producto en la farmacia, en el mercado. Pero por nosotros estamos comenzando los ensayos y esperamos no esperar a esa fecha. Cada vez estoy más contenta porque cada vez nos acercamos más a esa esperanza.
Hay investigadores, como José Antonio López Guerrero, director de Cultura Científica en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, que tienen ese mensaje positivo, y valorizan la posibilidad de una vacuna que trabaja sobre uno las placas amiloides, uno de los marcadores más importantes del alzheimer. ¿Se está refiriendo a su vacuna, en la que está trabajando en Araclon Biotech ¿no es así?
Sí, así es. Si yo pensase que esto no tiene cura, me dedicaría a otra cosa. Pero como esto es ciencia, hay que demostrar, los procesos de trabajo son lentos. La investigación es un trabajo de perseverancia, que lleva su tiempo. Hay que pelearte, convencer a muchas personas. He tenido que dejar las aulas, invertir en este proyecto y luchar contra las grandes farmacéuticas que tienen entre comillas sus grandes científicos. Hay muchos que piensan que los grandes científicos están ahí, y a lo mejor no están ahí. Están en las academias, universidades, centros de investigación. Porque ahí están presionados, les falta la libertad del libre pensador. En mi opinión, para investigar la gente necesita libertad, no trabajar bajo presión de resultados.
El tema familiar ha sido reciente. Mi madre ha estado afectada en esta década. Cuando comencé a investigar en este tema fue hace años, cuando se descubrió la proteína beta amiloide a finales de los años 80. Concretamente en 1989 comencé, cuando estaba haciendo una estancia en Suiza. En ese momento, se acababa de descubrir esta proteína en humanos y en otros animales, comenzamos a trabajar con embriones de mamífero, de rata. Los ratones o ratas son los animales típicos con el que se investiga en laboratorios. En el caso de las neurociencias, son las ratas. En ellas, comencé a investigar donde se expresa el gen típico de esta proteína.
Para llegar a la empresa, fue unos cuantos años después, por unas patentes que hice en la Universidad, en 2002 y 2003. Después inicié el camino de crear empresa en enero de 2004, fundando Araclon, para desarrollar todo el tema de diagnóstico y tratamiento en base a unas ideas. Al principio, había poco dinero, hasta finales de 2006, cuando entraron más de 2 millones de euros de capital privado que hizo posible la fase en la que estamos ahora.
¿En qué consiste la vacuna en la que están trabajano y qué la diferencia respecto a otras?
En la vacuna tradicional, se toma un triturado de bacterias y se inyecta, estimulando el sistema inmunitario y generando anticuerpos frente a ese virus o bacteria. En nuestro caso, hemos atacado una proteína concreta, engañando al organismo. Esto es lo que más inmunidad produce. Al tomar un trozo de esa molécula, la sintetizamos en laboratorio, obteniendo una proteína que estimula el sistema inmunitario y produce anticuerpos frente a esa proteína que uno quiere neutralizar.
En el caso del alzheimer, la proteína es la beta amiloide, presente en las placas amiloides de los cerebros con alzheimer. Con estas placas ya trabajaban Alzheimer y Ramón y Cajal y fue en la década de los 80 cuando se aisló esa proteína y vio su secuencia entera y en 1991 se descubrió el gen. Desde los años 80 estoy inmerso en estos avances, ya trabajaba donde se expresaba el gen, el mensajero de esta proteína.
En la actualidad, la vacuna que han diseñado en Araclon va a entrar en fase uno de la investigación clínica, pasando a ensayarse con 48 personas en Austria, para comprobar toxicidad. ¿Por qué se ensaya en Austria?
Sí, se va a realizar allí, porque nosotros trabajamos con empresas de investigación extranjeras que ayudan para los ensayos clínicos. Somos una empresa incipiente y ahora vamos con dos formulaciones, en cada una de ellas tomamos 24 pacientes, hasta llegar a un total de 48. De esos 24, 16 reciben el principio activo y 8 reciben placebo. Esto es para comprobar la eficacia del principio activo y que no sea tóxico.
El haber llegado a esta fase ya es un logro, pocas veces se llega a ensayos con personas.
Sí, estos siete años han sido un largo camino, complicado, costoso, de mucha investigación. Si esto se hubiera hecho 10 años antes, ya tendríamos la vacuna en el mercado. Pero ahora las exigencias son mayores. Estos ensayos van a tardar meses y los resultados se esperan a finales de mayo. Estamos esperando la aprobación del reclutamiento de las autoridades austriacas para comenzar los ensayos. Ese día, ¡lo celebraremos con champán!
¿En el mundo hay algunos otras vacunas contra el alzheimer?
En España nuestra vacuna es la única. Y si todo va bien estará en el mercado en el 2017, pudiendo coexistir con otras vacunas, igual que ocurre con medicamentos como el ibuprofeno, que hay varios con diferentes nombres comerciales. En el muno ya han existido otras vacunas, la primera de ellas fue la desarrollada por el grupo farmacéutico Élan Farma, pero produjo encefalitis aséptica o melingoencefalitis en 12 pacientes que componían la muestra de ensayos en la fase tres y se llegaron a morir tres personas. Por eso se detuvo, pero se ha hecho un seguimiento de los pacientes y se ha visto que era favorable. Por eso es esperanzadora nuestra vacuna. Si conseguimos no producir encefalitis. Nuestras investigaciones dependen de los clínicos. Nosotros, vamos a ensayar en pacientes con alzheimer en fase leve o moderada.
Esta vacuna que actualmente están desarrollando no previene pero sí frena la enfermedad.
Sí, deseamos que sea preventiva. En este caso, la vamos a ensayar en enfermos y lo que hará es detener o que no avance la enfermedad. La idea es una terapia que cambie el curso de la enfermedad, porque hay terapias que van contra los síntomas, pero en nuestro caso es más fuerte. Si conseguimos esto en un enfermo, éxito ya, ¡eureka! Pero nuestro objetivo final es que desaparezca el alzheimer, para eso estamos desarrollando métodos de diagnóstico eficaces que logren prevenir esta enfermedad. Si conseguimos prevenir esta fase, erradicamos la enfermedad. Estamos actualmente colaborando con laboratorios de referencia internacional para el investigar en diagnóstico.
El diagnóstico del alzheimer sería una arma eficaz para frenar el avance de esta patología que padecen en España, 700.000 personas y cada año tiene 150.000 nuevos casos. ¿Por qué cree que se produce? ¿Es una enfermedad propia del siglo XXI?
Lo que ya sabemos ahora es que hay cambios químicos en el cerebro previos a que se produzca cualquier síntoma. Quizá dentro de unos años todo el mundo deberá hacerse una prueba de diagnóstico. Esta enfermedad está asociada a la edad, al envejecimiento, pero en esta sociedad industrializada, con depresiones, se está produciendo en personas jóvenes. Probablemente influyen los hábitos de vida. Son importantes las ganas de vivir, que la gente no se deprima. Hay un factor común que es un poco de desconexión con el mundo, estar un poco harto de vivir. En esa fase, se produce esta química del amiloide, de neurotransmisores y llega un momento en que es irreversible. Pero no tengo pruebas, es intuición de los casos que he visto de gente próxima. De gente que es muy inteligente y cuando llega un momento que no está en activo, pierde las ganas de vivir.
Rosa Castro Cavero. Entrevista publicada en Aragón Investiga