La Unión Europea, en colaboración con otros países del mundo, está financiando iniciativas de investigación destinadas a mitigar uno de los problemas socio-ecológicos más graves de nuestro siglo: la escasez de agua, que según los expertos afectará a más de la mitad de los países del mundo en 2025.
Uno de estos proyectos científicos es COROADO, que se inició en octubre de 2011 y concluirá dentro de cuatro años. Aglutina a 13 instituciones y universidades procedentes de once países: Portugal, España, Países Bajos, Noruega, Suiza, Grecia, Chipre, Brasil, Argentina, Chile y México.
Con un presupuesto total que asciende a 4,5 millones de euros, esta iniciativa persigue implementar metodología y herramientas necesarias que resuelvan esta apremiante situación, a través del desarrollo de tecnologías para el reciclaje y la reutilización del agua en unas zonas determinadas de América Latina: Región metropolitana de Sao Paulo(Brasil), Cuenca del Río Copiapó (Chile), El Bajo Río Bravo/Río Grande (México) y Cuenca del Suquia (Argentina). En estas zonas, el manejo de los recursos hídricos está lejos de la sostenibilidad y deja al continente en una posición muy vulnerable respecto a futuros cambios.
Desde España, este proyecto lo realiza el Grupo de Riego, Agronomía y Medio Ambiente, reconocido por el Departamento de Industria e Innovación del Gobierno de Aragón, y conformado por investigadores de la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA).
Enrique Playán, investigador de EEAD que coordina este proyecto en España, subraya que el proyecto COROADO surge como consecuencia de que la Unión Europea se inspiró en los trabajos realizados en 1946 por la Confederación Hidrográfica, que dio lugar a la Directiva Marco del Agua. “Europa desea que este “concepto innovador”, esos principios, inspiren ahora los aspectos técnicos preciso para resolver los problemas de agua que atraviesa ahora América Latina”.
Con esta filosofía, esta iniciativa científica europea pretende generar redes de investigación entre Europa y estos tres países de América Latina, donde “se desarrollará la mayor parte de los trabajos de introspección”. Al mismo tiempo también se facilitará formación del personal técnico.
“Se desean implantar formas de resolución de conflictos del agua que hayan tenido éxito aquí, para asegurar la calidad y la cantidad del agua, tanto para uso urbano como para las áreas rurales”, precisa Lambán, que subraya que en la actualidad cada vez es mayor el porcentaje de productos que importamos de esta parte del mundo.
Esta iniciativa pretende ofrecer una solución a la escasez de agua debida a sequías, infraestructuras de suministro insuficientes o ineficaces, degradación de su calidad, o dificultades de acceso a agua dulce. Para hacer frente a la incertidumbre que suponen futuros escenarios climáticos que plantean que las condiciones pueden empeorar.
Se espera que este proyecto proporcione un enfoque integrado para mitigar el impacto de la escasez de agua a través de la aplicación de tecnologías de reciclaje y reutilización de la misma a escala tanto local como regional. De este esfuerzo pueden obtenerse conocimientos sobre los necesarios cambios en las políticas de gestión a fin de incorporar la aplicación de dichas tecnologías. Todo el proceso será facilitado por la aportación de continuas y apropiadas directrices y manuales para que los standards pertinentes puedan ser aplicados por los usuarios finales – desde la comunidad científica a profesionales y otros grupos interesados- tras la finalización del proyecto sin ningún apoyo adicional.
Los resultados del proyecto – herramientas y metodología- puedan ser aplicados a otras zonas que ya se enfrentan a la escasez de agua en la actualidad o lo harán en un futuro. Por ejemplo, un lugar donde aplicar estas tecnologías podrían ser las islas griegas ya que presentan una gran actividad turística y producción agrícola mientras que sus recursos hídricos son más bien escasos.
Este proyecto tiene una duración de cuatro años y “esperamos plantar semillas, para que en el futuro se realicen proyectos en otras zonas del mundo que atraviesen problemas de abastecimiento y calidad de agua”, concluye Playán.
Rosa Castro Cavero. Artículo publicado en Aragón Investiga