Esta semana he tenido la suerte de conocer en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) a la artista bielorrusa Margarita Yarmats, que ha venido invitada a Maja Bolivia: I Feria Internacional de Arte, Joyas y Antigüedades boliviana, dirigida por el español Ramón Manuel Gómez. En enero, en España, le hice una entrevista telefónica, para conocer sobre su trayectoria personal y profesional, que acaba de ser publicada en la conocida revista Vanidades Bolivia.
Ahora nos hemos visto físicamente, pero la empatía había ya surgido antes, cuando en España, conversamos una hora o más al teléfono en la que Margarita abrió su corazón, algo que no es frecuente cuando se hacen entrevistas para un medio de comunicación y me atrevería a decir también, que tampoco suele suceder generalmente en la vida.
No es habitual que por teléfono alguien hable con esa sinceridad, esa entrega, ese decir que pasó durante un año o más una terrible oscuridad a raíz de la muerte de la que desde 2003 hasta 2007 fue su pareja, el fallecido y reconocido escultor Carlos Mata, padre de su hijito Carlos, que tiene ahora 6 años. Esa honestidad, esa inocencia de confesar sus miedos, sus sueños, esa valentía, inocencia, es algo que inevitablemente se refleja en su obra. Su arte refleja su corazón. Unos cuadros donde vemos pintado ese corazón que estuvo roto en un tiempo, y «pintaba con los dedos, para arrojar el dolor», yque luego fue recomponiéndose hasta llegar a pintar a mujeres que desnudas o con retratos, nos dan un mensaje dulce, de apertura, de sí a la vida…
Además de cuadros, Margarita también toma de cuando en cuando la pluma y escribe poemas, que al leerlos uno cree que el que lo escribe es una persona de más edad, porque hablan de vivencias que parecen de alguien mayor.
Aprovechando su estancia durante en Santa Cruz de la Sierra, he invitado a Margarita a participar en la campaña por el día del Niño que en abril estamos organizando desde el Observatorio Infanto Juvenil de la Universidad Gabriel René Moreno. Esta artista se mostró entusiasmada, «¡Si, quiero, siempre lo había soñado!». Así me dijo cuando le propuse que de ir a orfanatos, colegios y proponer que los niños expresen, dibujen, muestren sus sueños… Esta iniciativa va a ser organizada por la Asociación Creer y Crear, iniciativa que hemos emprendido personas que creemos que podemos aprender a superar el trauma o dolor y superar nuestro pasado. Algo que es vital para estos niños, pues muchos han sido abandonados o han sufrido violencia y abusos en el seno familiar…
Copio aquí el reportaje que escribí para la revista Vanidades:
La pintora bielorrusa Margarita Yarmats viajará a Santa Cruz de la Sierra a mediados de marzo, coo artista invitada de Maja Bolivia: La I Feria Internacional de Arte, Joyas y Antigüedades boliviana, que tiene lugar del 22 al 26 de marzo en la casa de cultura “Raúl Otero Reiche”.
“Es un honor, Bolivia es un país que me atrapa. Los países latinos son tan auténticos, tan generosos, que siempre he tenido ganas de conocer. Es una oportunidad de presentar mi obra. Prepararé unos cuadros inspirados en las mujeres indígenas bolivianas”, explicó en esta entrevista en exclusiva concedida a la revista Vanidades.
Margarita Yarmats además de pintar, escribe poesía, para expresar todo su mundo interior. En sus obras desea mostrar que “en la vida hay que luchar, insistir, que todo se puede conseguir”. Un mensaje que ha aprendido desde que nace en Ucrania, se cría en Brest, Bielorrusia, conviviendo con cuatro idiomas y cuatro culturas diferentes y elige España como residencia.
Se siente española desde hace más de doce años, cuando llegó el verano de 2000, con 18 años, como voluntaria de colonias para personas con discapacidad física, para practicar el castellano. Y surgió el flechazo: “Me encantó tanto la cultura, la gente, el clima, las oportunidades. Cuando pisé el país, sólo al respirar el aire, pensé: Este es mi país”, asegura esta artista que combina la pintura con la poesía.
Durante un tiempo apartada del arte, conoció al reconocido escultor español Carlos Mata, en 2003, con quien tuvo una relación sentimental de la que es fruto su hijo Carlitos, que cuenta actualmente con 6 añitos. Juntos emprendieron proyectos artísticos de relevancia: una línea de joyería en oro de 18 kilates y diamantes. Bajo la firma “Carlos Mata”, se componía de pendientes, esclavas, anillos y gargantillas, prosiguiendo con el tema principal de las esculturas de este autor: caballos, toros y vacas.
Fue una época de mucho trabajo, de estar “todo el día en el taller, comiendo sándwiches con lechuga y mahonesa”. el taller, comiendo sándwiches con lechuga y mayonesa”. Pero cuando todo empezaba a ir bien, “ocurrió lo peor”: en 2007 le diagnosticaron un cáncer a Carlos. “A pesar de su enfermedad proseguimos con exposiciones y proyectos, nos volcamos con la escultura y fue en 2008 cuando hicimos la última exposición internacional de escultura, con más de 35 obras, y también expusimos la línea de joyería”, explica la artista. Unas semanas después falleció Mata, y esa fecha se convertiría en un punto de inflexión en la vida y en la carrera profesional de Margarita.
“El fallecimiento de Carlos supuso dejar el taller y volver a otro tipo de vida. Me encontré muy sola; se me cayó todo”, afirma. Y tras una gran depresión, comenzó un resurgir. “Me compré un caballete, y telas para pintar: Tenía una habitación vacía y la primera semana con carboncillo hice 7 cuadros”, recuerda esta artista.
Fue un proceso lento, pues pasaron meses hasta que se atrevió a abrir el primer tubo de óleo, y a partir de ahí, ya no paró de pintar. Fue en otra recaída cuando comenzó a escribir poesía, para plasmar el dolor que ni siquiera su hijo podía calmar. “Me vino la primera poesía; era como una voz que me dictaba y luego en unos minutos, venía otra”. Así, en una semana escribió las 33 poemas, que componen su libro Le Roman du Café, que ya está agotado.
“Gracias a la poesía y pintura me pude curar”, confiesa, mientras recuerda cómo dibujaba toros y caballos, con trazos que luchaban por liberar el dolor. Era una “pintura muy dura”, que poco a poco se fue suavizando. Incluso llegó a pintar con los dedos, “no podía aguantar los pinceles, y así arrojaba todo el dolor”. De esta manera surge el cuadro En la memoria, inspirado en los toros que su fallecido esposo esculpía.
En esa misma época también compuso La reflexión, una pieza clásica musical compuesta para guitarra y dos violines. 2009 fue un año marcado por el dolor, pero con una intensa producción artística. En sus cuadros podemos encontrar una parte figurativa y otra abstracta; esta última siempre está relacionada con la obra de Carlos -casi siempre son toros y caballos-que era en lo que basaba su obra.
“Ahora, cada vez voy volviendo a las mujeres, a las que llamo ‘las niñas’, y a las que suelo pintar en momentos de paz”, asegura esta versátil mujer, quien actualmente vive en Mataró (Cataluña), junto a su pequeño, combinando la faceta de artista y de madre. En la actualidad cuenta con más de 120 poesías, a la espera de ser editadas en otro libro este mismo año.
Se define como artista en más de una sola palabra, “Nunca entendí que el arte se encierre en una sola cosa”. Entre sus próximos proyectos figura una mini-colección de vestidos femeninos, inspirada en sus cuadros e impulsada por su amiga Ludmila Kislenko, diseñadora ucraniana. Recientemente cumplió otro de sus sueños: crear una galería de arte, llamada Begemot Art Gallery, y que estará presente en Maja Bolivia.
Autor reportaje: Rosa Castro Cavero.