La pediatra boliviana Yolanda Ernst lucha contra el cáncer infantil

He tenido la suerte de conocer a una mujer que ama lo que hace hasta el punto de entregar su vida por esa pasión, que es el tratamiento o la curación, en el mejor de los casos, del cáncer infantil en Bolivia. Esta entrevista se ha publicado en Vanidades Bolivia.

Su vida se caracteriza por amar la  pediatría, en una especialidad tan dura como la oncología. Desde hace más de 30 años lucha por salvar vidas en la segunda causa de mortalidad infantil en el mundo: el cáncer.

Desde el Hospital Oncológico de Santa Cruz de la Sierra, Yolanda Ernst se ha hecho cargo del Servicio de Pediatría desde 1980, luchando por salvar a niños que proceden de familias pobres, aplicando sus conocimientos científicos y buscando presupuesto para poder costear profesionales tratamientos adecuados, con ayuda de iniciativas como Afanic-Bolivia. En reconocimiento a esta labor, el pasado 15 de junio la Federación Departamental de Profesionales de Santa Cruz. le otorgó “La Santa Cruz al Mérito Profesional”, junto a otros 11 profesionales de diferentes áreas.

Se califica como “luchadora, soñadora, idealista”, y por eso dedica su jornada diaria a estudiar y conocer más sobre esta enfermedad de la que cada año son diagnosticados 160.000 niños en el mundo, de los que el 80 % corresponden a países en vías de desarrollo, como Bolivia. A pesar de estas cifras, esta doctora asegura que el cáncer se puede curar, “en centros hospitalarios de otros países la tasa de curación alcanza el 70%”.

Con los años ha aprendido a no llevarse a casa las historias de niños que acuden a este servicio hospitalario, que atiende unos 100 nuevos casos cada año, a los que se suman otros tantos que se atienden a lo largo del tiempo. “Cada niño es especial. He logrado que no me mate cada niño que muere, a establecer sitios estancos. Todo el día vivo en el Oncológico, pero no dejo que se desgaste mi corazón, mi alegría”, asegura esta profesional, que reconoce que fueron los doctores Carlos Salud y Rubén Urey los que le impulsaron a estudiar oncología pediátrica en la Universidad de Chile, donde también se especializó en ginecología pediátrica. “Me convencieron, porque en ese momento no existía oncología para niños en Bolivia”.

Fue así como, tras la separación con su esposo y graduarse de Medicina en 1976 en la Universidad de Cochabamba, cogió las maletas y se fue a Chile, gracias a una beca de CIDEP. No fue sola, estuvo acompañada de sus tres hijitos, Yolanda, María Luisa y Camilo, que apenas contaban entonces con unos años de vida. Junto a ellos pasó tiempos duros, viviendo en un pequeño departamento y durmiendo pocas horas, al hacer turnos nocturnos y estudiar. “En ese tiempo aprendí a dormir en los minutos libres que tenía”, explica.

El balance de su vida es interesante, “mis sueños se han cumplido, me siento orgullosa de mis hijos, de mis seis nietos y de uno que va en camino. Sólo me queda escribir un libro”, apunta.

Antes de casarse y apostar por la medicina estuvo cuatro años con monjas carmelitas. Fue una época que recuerda con brillo en los ojos, porque “tenía una conexión directa con Dios”, sin importar el duro trabajo que realizaba. Pero cuando estaba a punto de hacer los votos solemnes, enfermó con un tumor en el pecho y las religiosas le recomendaron que se sometiera a un tratamiento médico, que tuvo que ser en Estados Unidos. Tras esto, prosiguió sus estudios de medicina y ahora ejerce otra gran misión en Bolivia.

Articulo de Rosa Castro. Publicado en Vanidades Bolivia