El investigador español José María Ordovás, director del Laboratorio de Nutrición y Genética de la Universidad deTufts, en Boston (EEUU) está reconocido como uno de los mejores especialistas en nutrigenética y nutrigenómica, como se denomina a la ciencia que combina la expresión genética en relación con la nutrición, permitiendo prevenir el desarrollo de enfermedades asociadas a dicha expresión.
Este catedrático de Nutrición y Genética es académico de la Real Academia Nacional de Farmacia y reside en Boston, donde ejerce como director del Laboratorio de Nutrición y Genética de la Universidad de Tufts, pero está en estrecho contacto con España, siendo científico en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), dirigido por el conocido cardiólogo Valentín Fuster. Tampoco olvida sus raíces científicas aragonesas: nació en Zaragoza, se licenció en Química y obtuvo se doctorado en Bioquímica en la Universidad de Zaragoza, siendo también discípulo del reconocido bioquímico Grande Covián. Y sigue vinculado a esta institución universitaria, al ser académico de la Real de Ciencias, Exactas, Físicas, Químicas y Naturales de Zaragoza desde el pasado mes de mayo, cuando ingresó como Académico de Honor de la Real de Medicina de Zaragoza.
Explique cómo empezó a investigar, cómo era el panorama o la realidad de hace décadas en el campo de la nutrición y cómo usted logro abrir un nuevo camino científico, que vincula el papel de la dieta y los hábitos de nutrición con la genética, con el genoma. La llamada nutrigenómica. Una ciencia que ofrece la posibilidad de una dieta personalizada, que retrasaría o evitaría enfermedades asociadas a la interrelación entre genes y nutrición. Cuente qué posibilidades se abren hoy en día para los pacientes obesos o con tendencia al sobrepeso.
Mi nacimiento a la investigación se remonta al tiempo en que tuve la gran fortuna de coincidir en el camino de la vida con Grande Covian, que fue primero mi profesor en las aulas de la facultad de ciencia y más tarde mi mentor en el departamento de Bioquímica de la misma facultad. Gracias a él aprendí no solo de bioquímica, metabolismo y nutrición, sino también, con su ejemplo, aprendí una manera de ser que siempre he querido emular. Sin embargo, una vez acabé el doctorado bajo su maestría, decidimos de mutuo acuerdo que el ambiente científico de aquella época (principios de los ochentas) no era el más apropiado para catapultar una carrera dedicada a la investigación.
Fue así como aterricé en Boston. Allí tuve la suerte de seguir expuesto a investigación nutricional de primera línea, pero era también una época en la que la genética de las enfermedades comunes (enfermedades del corazón, hipertensión, etc.) empezaba a despegar. Quizá por novedad, quizá por intuición, me lancé a su estudio y pronto me di cuenta de que el estudio aislado de la genética en enfermedades tan influidas por factores ambientales (ej. dieta, actividad física, fumado) no daría resultados prácticos. Lo mismo ocurría con la investigación nutricional, que tras los éxitos alcanzados en las décadas anteriores con las deficiencias vitamínicas y de otros nutrientes, empezaba a dar señales de flaqueza al comenzar a lidiar con la nueva malnutrición debida a los excesos calóricos y de componentes poco beneficiosos. Así es cómo puse el injerto genético en mis raíces nutricionales y comenzó el estudio de las interacciones entre genes y dieta como moduladores de los factores de riesgo cardiovascular, primero los lípidos plasmáticos y luego la obesidad.
El objetivo final de esta área de investigación, que hemos acuñado con el nombre de nutrigenómica, es el proveer a cada individuo de la población la dieta más apropiada para prevenir la enfermedad o para su terapia. Por supuesto en estos momentos uno de los problemas de mayor interés para la salud pública e individual es cómo prevenir la obesidad o cómo recuperar el peso ideal para cada persona.
Las enfermedades cardiovasculares van en aumento, en relación a nuestros hábitos de vida, marcados por la tendencia al sedentarismo y una dieta rica en proteínas e hidratos. Usted, descubrió un polimorfismo en un gen asociado a desarrollar una de estas enfermedades. Explique en qué consistió ese hallazgo que ha abierto nuevos campos científicos y permite predeterminar la susceptibilidad de los pacientes a arteriosclerosis o enfermedades coronarias.
La verdad es que cuando echamos la mirada atrás desde la perspectiva actual en la que contamos con tecnología increíble en los ochenta y con varias décadas de experiencia, la investigación pionera que llevábamos a cabo era muy primitiva pero abrió la senda para llegar al conocimiento que tenemos hoy en día relacionado con la genética de las enfermedades cardiovasculares. Pronto seremos capaces de predecir no solo mejor, sino mucho antes el riesgo de enfermedad del individuo y de esta manera llevar a cabo una prevención mucho más eficaz y menos costosa.
Explique cómo la medicina ya deja ver avances que muestran que cada día el paciente será tratado más como un caso personal que como una patología, gracias a la secuenciación de genomas. Al estudio concreto de cada caso. ¿Cuáles son los avances principales en este campo? ¿En qué consisten los biochips de ADN?
La genética, a través del éxito del Proyecto del Genoma Humano, ha ganado gran popularidad y también a través de ella se han hecho promesas de grandes revoluciones en la medicina. Sin embargo, los avances, como siempre ha ocurrido en ciencia, han sido más lentos de lo anticipado por muchos, como una danza de pasos hacia delante y hacia atrás. Aunque todavía no podemos hacerlo de una manera generalizada, ya empieza a haber claros ejemplos donde tratamos la enfermedad y no los síntomas, al poder llevar a cabo un diagnóstico molecular de la enfermedad basado en los genes. Como ya he mencionado anteriormente, esto conducirá a la prevención eficaz de las enfermedades y a su terapia en el caso de que lleguen a manifestarse. Pero esta terapia no será basada en probar a ver que dosis y que fármaco funciona mejor en el paciente, sino que esto vendrá definido a priori basado en el estudio de su genoma. Esta farmacogenómica ya se está aplicando, entre otras patologías en ciertos tipos de cáncer.
En estos momentos, la tecnología está basada en los chips genómicos que están diseñados para detectar desde varias decenas a varios millones de variantes genéticas. Sin embargo, la información provista es todavía, en muchos casos, limitada y serán sustituidos en los próximos años por la secuenciación del genoma a nivel individual. Algo totalmente impensable hace tan solo dos décadas.
¿Cuáles son los principales avances tecnológicos que permitirán en un futuro cercano mejorar el tratamiento y prevención de las enfermedades? ¿No existirá un riesgo de que se pierda el lado humano de la medicina?
Los avances tecnológicos vienen agrupados por el sufijo “-omicas” que es el paraguas de decenas de nuevas tecnologías que de una manera global y masiva estudian diferentes aspectos de nuestra biología. Así, las más conocidas son la genómica (estudio del ADN), la transcriptómica (estudio del ARN), la proteómica (estudio de las proteínas) y la metabolomica (estudio de los metabolitos). La información de todas ellas se coordina mediante la biología de sistemas para lo cual necesitamos la bioinformática. Sin embargo toda esta tecnología debe ser solo un apoyo o guía de las interacciones entre médico y paciente y nunca debe ser un sustituto.
¿Cómo calificaría el estado de la medicina española en tema de innovación tecnológica? ¿Cuáles son los principales logros que usted considera en nuestro país en materia médica, en el campo que a usted le ocupa: Nutrición y Genética?
Me resulta difícil de opinar de algo tan extenso como la innovación tecnología. Evidentemente va a depender de la tecnología a la que nos refiramos. Por lo que respecta a la tecnología genética estamos bastante descolgados, sin embargo, curiosamente si nos referimos al cruce de la nutrición y la genética, nuestra investigación es altamente competitiva. De hecho somos uno de los países con mayor producción científica en el área de nutrigenómica.
La brecha de esa medicina innovadora agudizará cada vez más la diferencia entre ciudadanos ricos y pobres? ¿O será más igualitaria al estar presente en el modelo de seguridad pública?
Depende del momento y del lugar. Al principio ocurrirá lo mismo que con todas las innovaciones humanas. Al inicio de la aviación comercial se creó el concepto de la “jet society” que claramente separaba a los ricos de los menos ricos. Pero en el momento actual todo el mundo vuela. Lo mismo podríamos decir de los ordenadores, los teléfonos móviles, etc. Con las nuevas tecnologías médicas pasara exactamente lo mismo. Sobre todo en países como España donde existe la medicina socializada, probablemente en Estados Unidos sea diferente.
Usted es también académico de la Real de Ciencias, Exactas, Físicas, Químicas y Naturales de Zaragoza. ¿Cómo desde EEUU sigue en contacto con la Universidad de Zaragoza? ¿Hay alguna colaboración?
Tengo la fortuna de mantener contactos con universidades de la mayor parte de las comunidades españolas, así como de sus institutos de investigación. Aquellos que me conocen saben que estoy de “servicio” 24 horas al día (y noche) y 7 días a la semana.
Por supuesto esto incluye la Universidad de Zaragoza y el Gobierno de Aragón en el cual participo como presidente del comité científico del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) y como miembro del comité científico del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud.
Específicamente con la Universidad de Zaragoza no he dejado de estar conectado a través de colaboraciones con los grupos dirigidos por Miguel Pocovi, Fernando Civeira, Jose Antonio Casasnovas entre otros. De hecho todos estamos unidos en la actualidad por el Aragón Workers Heart Study que es un proyecto de gran escala cofinanciado por el Gobierno de Aragón y el CNIC/Carlos III al objeto de definir el riesgo cardiovascular en nuestra región y del que también forma parte Eliseo Guallar otro aragonés en el “exilio americano”. Así pues, la colaboración ha sido continuada y en aumento para el beneficio de todos.
Rosa Castro Cavero. Entrevista publicada en Aragón Investiga