Mamás detrás de la fama y de la televisión

La palabra madre en sólo dos sílabas abarca mucho. Es una actitud ante la vida, una lucha por sacar adelante a los hijos y por imprimirles un espirítu de lucha y superación. Esto es lo que a día a día desea realizar un rostro famoso de la televisión boliviana: Sandra Parada, presentadora desde hace cinco años del programa matinal “En Hora Buena” de la Red PAT.

Esta periodista confiesa que el centro de su vida son sus hijas, “vivo y mato por ellas”. Marijosé, con 23 años; Juliana, con 10 años, y la pequeña Raffaela, con un añito, constituyen una “familia matriarcal, donde yo soy su referente”, confiesa.
Cada una de ellas es el fruto de las tres grandes relaciones de pareja que ha tenido esta boliviana, que se califica ante todo como una mujer luchadora y valiente, algo que dice haber heredado de su madre. “Para mí el decir no puedo, no existe y eso es lo que les he intentado trasmitir a mis hijas, que con trabajo y perseverancia se sale adelante, que no hay que poner el pie a nadie para poder subir en la vida”, confiesa esta presentadora, que con sólo 17 años ya conducía programas juveniles y musicales en un canal de televisión local (Gala Visión).

También ha sido protagonista de series sobre la cultura del oriente boliviano y con sólo 19 años fue madre, algo que cambió su vida completamente, luchando todavía con más fuerza para mejorar profesionalmente y crecer paralelamente con su hija Mariajosé, que fue la única gimnasta boliviana que compitió en Atenas. “Fue una época de crecimiento paralelo y apoyo absoluto”.

Además de televisión, ha trabajado durante seis años emisoras de radio cruceñas y ha protagonizado campañas publicitarias de entidades bancarias, marcas de cerveza, aerolíneas a calzados. Durante once años presentó en la red Unitel. En ese tiempo fue de nuevo madre. Nació Juliana.

Desde entonces hasta ahora prosigue con el objetivo de empatizar, “de no saturar”, porque al ser tres horas seguidas de emisión, las personas pueden “cansarse de verme o escuchar mi voz”, confiesa esta presentadora, que con 26 años ininterrumpidos de carrera profesional se considera muy perfeccionista y exigente en el uso del lenguaje.
Su vocación es la comunicación y su amor son sus hijas. Si un día alguna de sus hijas está enferma lo expresa en el programa, “Si estoy triste no lo oculto, manifiesto mi preocupación, porque creo que así se establece un mayor entendimiento y humanidad”. Las madres pueden comprobar que las personas de televisión tienen también problemas similares.

Rosa Castro Cavero. Artículo publicado en Vanidades Bolivia

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