Pilar Goya: “Queda mucho por investigar en el tratamiento del dolor”

Pilar Goya centra sus investigaciones en nuevos compuestos con usos terapéuticos.

Pilar Goya,  directora del Instituto de Química Médica perteneciente al Consejo  Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), centra sus líneas de investigación en la química médica y en el diseño y síntesis de nuevos compuestos con usos terapéuticos. Su última visita a Zaragoza fue para impartir la conferencia “La Química y los fármacos: una historia interminable”,  en el centro Ibercaja Zentrum. Antes de esa charla pública,  tuve la suerte de entrevistarle.

La química está presente desde el inicio del mundo farmacéutico. Cuénteme cómo ha sido el avance del mundo farmacéutico gracias a ciencias a las aportaciones de la química y de otras ciencias en este siglo, que origina avances como los nanofármacos.

Lo que se llama la química medicinal es una ciencia muy multidisciplinar, que se ha beneficiado de los avances de otras ciencias como la bioquímica, con todo el tema del genoma humano; de las nanociencias, para el tema de distribución de fármacos; de las técnicas computacionales, con la mejora de las estructuras de rayos x… En el desarrollo actual de medicamentos intervienen muchas ciencias y ramas del saber. Y desde luego la química es una de ellas.

¿Cuáles serían las otras ciencias que han dado lugar a las principales aportaciones y novedades en el mundo farmacéutico en los últimos años?

Para el desarrollo de fármacos hay una parte que es para diseñar y sintetizar el compuesto, en donde hay mucha química pero también mucha computación. También para lo que se llama validar lo que se llama dianas, se utiliza la genómica y proteómica. En esa parte hay química. También se han desarrollado mucho los sistemas robotizados y automatizados, lo que se llama el cribado de alto rendimiento y también el desarrollo de robots, A medida que han ido mejorando los sistemas de computación y los temas de estructuras con el desarrollo de estructuras cristalinas, todo eso ha contribuido notablemente.

Usted es autora, junto con la catedrática de Farmacología en la Universidad Rey Juan Carlos, Mª Isabel Martín, de la obra “¿Qué sabemos de? El dolor”, que concluye con un esbozo o panorama futuro sobre el mundo farmacéutico, con tres principales grandes líneas a desarrollar: búsqueda de dianas alternativas y desarrollo de nuevas moléculas; farmacogenética y terapia génica. Ese panorama parece alentador, contrarrestando la realidad actual marcada por un mayor número de enfermedades.

No estoy segura de que haya ahora más enfermedades que antes, pero sí es cierto que vivimos más años, con lo cual todas las enfermedades del sector geriátrico han crecido, como el alzheimer, parkinson… Por otra parte, no hay que olvidar que los fármacos son en buena medida los responsables de que haya mejorado la calidad y esperanza de vida. Si uno compara lo que pasaba hace 100 años, que la gente se moría por una infección, en la actualidad hay una mejora sustancial de la calidad de vida gracias a medicinas y un incremento de longevidad poro las vacunas y los antibióticos. Eso es indudable.

Queda mucho todavía por hacer, pero hay grandes posibilidades como la farmacogenética o la terapia génica que se basa en que no todos los individuos responden igual a los fármacos y que no todos tienen la misma predisposición a las enfermedades. Eso está ahí, igual que la medicina personalizada. Pero todavía queda mucho camino por recorrer. Estamos un poco en los principios. En cuanto a las dianas alternativas pues también. Los fármacos son activos porque son capaces de interferir con una diana terapéutica concreta. En el caso de los analgésicos hasta ahora sólo había dos dianas conocidas y a partir de ahora están surgiendo nuevas dianas. Así que, efectivamente muchas de las nuevas dianas biológicas van a salir del genoma. La terapia génica y la farmacogenenómica son técnicas del futuro, que abren expectativas.

¿Y cuáles son los principales avances en el tratamiento del dolor?

El dolor  no es una enfermedad en sí, pero acompaña a muchas enfermedades. Parece mentira, pero en el siglo XXI hay algunos dolores que no están resueltos. Se ha avanzado muchísimo, pero el dolor es muy complejo. Hay muchos tipos de dolor. Y hay algunos tipos de dolor que están muy resueltos. Pero en otros todavía queda mucho por hacer.

Cuando habla del dolor, se refiere al dolor físico.

Si, el dolor físico, que engloba muchos tipos como el dolor inflamatorio, el neuropático, el visceral… El otro dolor creo que es más difícil de tratar. No valen los fármacos. (risas)

¿Y sobre el tema de los medicamentos analgésicos cómo ha sido ese avance?

Hay dos grandes grupos en los medicamentos antiinflamatorios: los no esteroideos y los opioides. Ambos son bastantes antiguos, pero se sigue investigando en ellos. Al mismo tiempo, hay nuevas dianas terapéuticas como los canales de calcio, que se van refinando. El problema de los medicamentos antinflamatarios no esteroideos es que hacían mucho daño al estómago, ahora está investigando en unos inhibidores selectivos de una determinada enzima. Y eso es un avance. Aunque la aspirina y la morfina se conocen desde hace más de 100 años y sin embargo siguen ahí. Tanto la aspirina como el paracetamol siguen siendo unos medicamentos de primera opción que se consumen muchísimo. Pero queda por hacer, sobre todo porque hay muchos dolores que no están bien tratados y el dolor acompaña a muchísimas patologías. Es la primera causa por la que uno va al médico. A veces el dolor es bueno, porque te está alertando de que algo no funciona bien. Pero luego también está el dolor neuropático, que es el dolor cronificado, que no avisa de nada y te hace la vida desagradable.

¿Cree que la gente conoce el proceso lento y complejo de investigar en nuevos fármacos?

Realmente es difícil investigar en fármacos. Estamos hablando de un proceso de 12 a 15 años. Es lento y muy costoso y todavía quedan pendientes muchas enfermedades por resolver, como son las parasitarias o las enfermedades raras. Los productos naturales siguen presentes, pero muchas veces no se usa el producto natural como tal sino que se modifica el producto o se imita por el químico, modulándolo para que sea más activo. Desde hace tiempo, los productos naturales sirven de inspiración para el químico o farmacéutico y todavía siguen comercializándose. Siempre seguirán, por mucho que se desarrollen las técnicas computacionales o las técnicas modernas.

Con los recortes de investigación, la investigación que más estará afectada será la de enfermedades con escasa incidencia, como las “olvidadas”, como el Mal de Chagas.

Sí, pero no es un problema sólo por el recorte presupuestario. Lo que es un problema en el tercer mundo muchas veces no es un problema en el mundo occidental. Es una tremenda injusticia. Por ejemplo, para las enfermedades raras, para las que se utilizan los medicamentos huérfanos. Esos tienen una legislación diferente, y queda mucho por hacer. Y en el caso de enfermedades como el Mal de Chagas, en el mundo occidental no interesan. Pero ahí son importantísimas…

Rosa Castro Cavero. Entrevista publicada en Aragón Investiga

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