Si ya desde hace unos 20 años sabemos que los glaciares están perdiendo su masa y se están derritiendo, los biólogos nos advierten ahora de que los efectos del cambio global en la temperatura de la Tierra también son palpables en la flora de alta montaña, que va siendo desplazada a favor de plantas termófilas o amantes del calor.
Nature Climate Change, un suplemento de la prestigiosa revista científica Nature, ha publicado este mes un artículo sobre el impacto del cambio climático en la flora alpina, a través de los resultados obtenidos en el proyecto científico europeo GLORIA, cuyas siglas responden a Global Observation Research Initiative In Alpine Environments.
Los científicos aragoneses que han participado en este proyecto científico y han cofirmado este artículo son el biólogo José Luis Benito y Luis Villar, perteneciente al Instituto Pirenaico de Ecología de Jaca (IPE) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
GLORIA es una iniciativa científica que arrancó en el año 2001, liderada por la Universidad de Austria, estudiando y centrándose en 60 montañas europeas. Entre ellas se encuentran cuatro cimas aragonesas, pertenecientes al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en las que a lo largo de todos estos años se han establecido zonas piloto para realizar estudios de muestreo, colocando termómetros en el suelo y comprobando que al incrementarse los grados, se va modificando el paisaje alpino.
En la actualidad, desde el año 2003, GLORIA no se limita sólo agrupa montañas europeas, engloba un total de 100 cordilleras, comprendidas en Asia, África, América Latina… “Es un proyecto de éxito. Como hay ecosistemas montañosos en todas las partes del mundo, en cada sitio se puede comprobar el calentamiento global y cómo afecta a las plantas de alta montaña”, explica este biólogo, especializado en estudios geobotánicos.
Se trata del primer muestreo global del ecosistema de alta montaña, porque “nunca hasta ahora se había realizado un estudio tan fino del clima de montaña, realizándose conjuntamente en 17 macizos europeos”, asegura José Luis Benito.
Si ya los biólogos habían constatado que las aves han cambiado su comportamiento o hábitat, tal como se registra en las que nidifican en el norte de África, este estudio sobre la flora refleja también importantes cambios, especialmente en los casos del Pirineo y Sierra Nevada, donde se ha producido un incremento de temperaturas mayor que en otras cordilleras.
En las cimas aragonesas enclavadas en estos dos macizos montañosos las temperaturas superan al resto. Así, si en junio la media de temperatura del resto de cordilleras europeas es de 0,7 grados, en el caso de de estos enclaves de alta montaña asciende a 1,6 grados. La consecuencia de esto es que “se hace evidente un cambio en el paisaje, que venimos constatando en los últimos siete años”.
La consecuencia no se ha hecho esperar. Plantas termófilas, propias de zonas cálidas como el Mediterráneo, están apareciendo no sólo en el Pirineo Aragonés sino en cualquiera de las 60 montañas europeas que engloba el proyecto GLORIA. En todas estas cimas estudiadas es palpable que estas plantas están desplazando a las alpinas, propias de bajas temperaturas, que son longevas y muy resistentes.
“Era esperable que se produjeran cambios, pero están sucediendo más rápido de lo que pensábamos, cada vez se está reduciendo más la cobertura de plantas de alta montaña y ese espacio lo ocuparán otro tipo de plantas propias de zonas con mayor temperaturas”, explica este biólogo aragonés.
Al inicio de esta investigación, en el caso aragonés, se establecieron cuatro cimas de estos macizos montañosos aragoneses y desde el 2011 también abarca una segunda zona piloto, en los Valles de Tena y Bielsa. Para este año ese ampliará el estudio al Moncayo.