Fernando Fuentes, un buen divulgador científico, me pidió que escribiera el prólogo de su libro “Píldoras para dormir”.
Cuando hace semanas lo escribí, estaba en Bolivia, un país que es el segundo más pobre de América Latina, tras Haití, y donde hay la mejor de las materias primas: una población joven. Hay niños que viven en la calle, pero también adolescentes que tratan de luchar por conseguir una plaza en alguna de las universidades públicas del país, mientras otros podrán costearse sin problemas estudios privados.
Para todos ellos y para los que tienen interés por el conocimiento, por imaginar otros mundos posibles, lejos de la violencia y miseria, es importante que se trasmita ese amor por la ciencia, por el saber. En el caso de Bolivia, el Viceministerio de Ciencia y Tecnología, organismo dependiente del Ministerio Educación, responsable de la planificación, ha puesto de manifiesto la necesidad de divulgar y la falta de mecanismos de divulgación científica bolivianos.
Esa falta de divulgación dificulta que la investigación que se realiza en el país sea conocida en el ámbito internacional y nacional, incluso dentro de la propia comunidad científica, según aseguran los propios científicos y periodistas. De ahí la importancia de suplementos de ciencia, de noticias de ciencia y tecnología, que no sean sólo de agencias de noticias internacionales, que estén redactadas desde Bolivia, para llegar más fácilmente a la población.
Esto me hace pensar en la importancia de Internet, de portales de ciencia, para divulgar y llegar a sociedades como la boliviana.
Obras como “Píldoras para no dormir”, al estar incluidas en Internet, podrán llegar a miles de personas de todo el mundo, venciendo así obstáculos y llegando al target para el que están pensadas: mentes despiertas.
En España la realidad de la divulgación científica ha mejorado en los últimos años, la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT) ha impulsado y financiado proyectos de divulgación, como la agencia de noticias SINC.
Es realmente muy de agradecer el apoyo de gobiernos autónomos a proyectos de divulgación de ciencia. En el caso que mí me ocupa, en Aragón, desde hace cerca de ocho años se creó el proyecto Aragón Investiga: www.aragoninvestiga.org, perteneciente al Departamento de Innovación y Nuevas tecnologías del Gobierno de Aragón, con apoyo de la CAI.
Esta iniciativa se compone de una web y de espacios en suplementos de ciencia de los principales periódicos españoles, así como en espacios radiofónicos. La misión es trasladar la pasión por la ciencia de la mano de los expertos que todos ellos tienen algo en común: su amor a lo que hacen. Fomentar vocaciones y adentrar a la mente en laberintos dominados por la imaginación y las ganas de superar barreras, son los fines.