Miedo. La actual crisis económica se acompaña de pesimismo, desánimo, depresión. La gente teme perder su trabajo y convertirse en uno más de los millones de parados. Desdela Unión Generalde Trabajadores (UGT) de Aragón apuntan que incluso los trabajadores acuden menos al médico por temor a ser despedidos tras una baja médica.
Pero los expertos apuntan que “no hay que generalizar”. Hay personas que ante semejante patio económico, “tienen capacidad de desarrollar mecanismos de superación y afrontamiento”. Según, Concepción Dela Cámara, psiquiatra del Hospital Clínico Lozano Blesa, hay quienes con la dificultad despiertan su fortaleza. Desde este centro hospitalario no se han incrementado los trastornos psiquiátricos graves, pero sí hay los adaptativos”, con sintomatología depresiva, ansiosa o mixta, muchos de los cuales son abordados desde los servicios de Atención Primaria. “La frustración ante la dificultad de encontrar empleo, es una fuente importante de sufrimiento, pero se le puede hacer frente”.
El miedo no es algo nuevo, nos ha acompañado desde el inicio de la humanidad. En pequeñas dosis es una emoción positiva. El problema es si se instaura: tiene un poder demoledor. El conocido divulgador científico Eduardo Punset subraya que “no sirve para nada, paraliza, corroe, puede interrumpir el crecimiento en los adolescentes o la menstruación en las mujeres”.
En la sociedad individualista del siglo XXI cada vez hay más investigaciones sobre los efectos del temor en la salud de personas e incluso de empresas. El eco de los estragos sociales de la crisis puede ocasionar que más personas sientan miedo, aún estando en posiciones de estabilidad laboral y personal. Porque como decía Stanley Cohen, Premio Nobel de Medicina 1986: “Estamos controlados por el componente emocional, al igual que hace 50.000 años”.
El miedo se activa al mirar a los demás. No es necesario que sea real. Si los demás lo sienten, también lo experimentaremos. De ahí que ese efecto paralizante sea contagioso, eliminando casi nuestra posibilidad de vivir, “porque una persona paralizada por el miedo, necesitaría tener todo controlado antes de salir de casa”, tal como asevera Luis Muiño, psicoterapeuta y divulgador.
Pero hay buenas noticias: descubrimientos científicos han constatado la plasticidad cerebral, cómo el cerebro no es algo estático y el tamaño del hipocampo puede incrementarse. Las conexiones y redes neuronales pueden cambiar. Podemos modificar el cerebro y desaprender las pautas negativas aprendidas por otras nuevas.
En estos tiempos tecnológicos habrá que afrontar nuevos retos en nuestro software particular, para que la incertidumbre de los mercados financieros o el paseo por las colas del INEM no haga que caigamos en las garras del miedo, porque como dice Punset “quién no pueda lidiar con él, no podrá salir de la crisis”.
Articulo escrito por Rosa Castro para Heraldo de Aragón